
¿Qué son los creepypastas y por qué atraen a los jóvenes?
Los creepypastas son relatos breves de terror que circulan por Internet, nacidos de la acción de “copiar-pegar” en foros y redes sociales A menudo presentan leyendas urbanas, episodios perdidos de series conocidas o historias “malditas” contadas como si fueran reales, generando un aire de plausibilidad que inquieta al lector.
Este fenómeno emergió a mediados de los 2000 en sitios como 4chan y Reddit, extendiéndose después a páginas especializadas (por ejemplo, Creepypastas wiki) donde los usuarios publican y comparten sus propias historias escalofriantes. En poco tiempo se han convertido en un elemento interiorizado de la cultura adolescente moderna, especialmente entre jóvenes con aficiones “geek” u “otaku”.
Los creepypastas atrapan a los jóvenes porque combinan emoción y misterio en un formato ágil: leer una historia breve y escalofriante en el teléfono o la compu genera un rápido subidón de adrenalina. Además, nacen en el propio mundo online de los adolescentes, lo que les da mucha visibilidad. Personajes como Slenderman o Jeff the Killer, dos de los más populares, han trascendido los foros para aparecer en videos de YouTube, juegos e incluso películas, alimentando la curiosidad de quienes los siguen.
Perfil emocional y social de los fans de creepypastas
Los jóvenes atraídos por estos relatos, no todos, pero varios de ellos suelen sentirse marginados o “raros” en su entorno habitual. Estos tipos de lectores de creepypastas se identifican con subculturas alternativas y encuentran refugio en grupos online. De hecho, se ha observado que los creepypastas se han vuelto muy populares justamente en adolescentes afines a la cultura geek, anime o emo. En general, son chicos y chicas que a veces han sido objeto de burlas o rechazo social en la escuela. La psicóloga Amy Marschall señala que los niños con antecedentes traumáticos o problemas de conducta “se identifican con personajes tétricos como Slenderman” porque estos jóvenes comparten ideas negativas sobre sí mismos: se sienten poco queridos o rechazados, y ven reflejados esos sentimientos en los villanos de ficción.
Por ejemplo, un chico que se siente intimidado puede ver en Jeff the Killer (un joven convertido en asesino) la imagen de alguien solitario y agresivo que se venga de sus perseguidores.Pero esta identificación no significa que el adolescente quiera cometer crímenes, más bien es como si exteriorizara su dolor interno mediante el gusto por estos personajes. De hecho, la propia Marschall advierte contra la reacción de muchos padres de decirles a sus hijos: “No eres como ese personaje”. En su lugar, recomienda reconocer lo que el joven está expresando y mostrarle aceptación, validando sus sentimientos en vez de censurarlos. Esto ayuda a que el adolescente sienta apoyo y sepa que su mundo interior puede compartirse sin vergüenza.
Identificación con personajes como Jeff the Killer
Los protagonistas de los creepypastas más famosos suelen ser jóvenes outsiders convertidos en figuras aterradoras. Jeff the Killer, por ejemplo, es un adolescente desfigurado que cobra venganza brutal contra quienes lo maltratan y contra sus padres, quienes en según qué versión de la historia, los muestran como negligentes hacia él y su hermano Liu. Estos personajes pueden servir de espejo simbólico para los fans marginados. Por un lado, canalizan el resentimiento o la rabia que algunos adolescentes sienten hacia el mundo que los excluye. Por otro, ofrecen una fantasía de poder oscuro: incluso los chicos que se sienten débiles pueden “ser fuertes”, capaces de eliminar a sus acosadores (al menos en la historia).
Aunque no hay estudios formales sobre Jeff el Killer concretamente, la identificación con villanos no es un fenómeno aislado.
Como explica Marschall, los jóvenes con baja autoestima o experiencias dolorosas encuentran en los antagonistas de ficción algo que les “reconforta”: estos villanos a menudo tienen un trasfondo de agresión o crueldad que hace eco con las emociones negativas que el adolescente lleva adentro. Imaginemos a un chico al que todos dejaron de lado: puede verse reflejado en la furia con la que estos personajes oscuros responden a un mundo hostil. En otras palabras, la historia de un “chico malo” se convierte en una especie de terapia emocional, y al consumarlo, el fan siente cierta catarsis.
Pero hay que subrayar que esta identificación suele ser más de tipo emotivo que racional. Los adolescentes no confunden la ficción con la realidad de forma literal, la mayoría sabe que Slenderman o Jeff no existen de verdad, pero sí comprenden el lenguaje metafórico de la historia. Venuslab al respecto: Slenderman “ha ganado millones de fans en sitios de horror online” simplemente porque su fábula y aspecto resuenan con el imaginario de los usuarios.
El terror como escape emocional y entrenamiento de miedos
¿Por qué muchos adolescentes disfrutan pasar miedo con estas historias? Los expertos señalan varias razones. En primer lugar, el terror produce una descarga fisiológica intensa (adrenalina, taquicardia, sobresalto) parecida a la emoción de practicar un deporte extremo o una montaña rusa. Según reporta la psicóloga Silvia Pardo, el miedo controlado (como ver películas de terror o leer creepypastas) provoca sensaciones de adrenalina y alivio. Esto es natural: al final de la historia, cuando el peligro acaba (o uno apaga la pantalla), llega la tranquilidad, lo cual resulta placentero.
Por si fuera poco, compartir historias de miedo fortalece vínculos sociales. Experiencias aterradoras vividas en grupo o comentadas entre amigos “fortalecen los lazos sociales y promueven la resiliencia emocional”. Leer un creepypasta juntos o contar sustos en broma durante la noche crea complicidad: el joven marginado puede sentirse aceptado al saber que otros comparten su gusto por lo tenebroso. En definitiva, el terror, bien moderado, funciona como una especie de válvula de escape emocional y un entrenamiento psicológico, no al revés.
Internet como refugio y comunidad para los fans
El atractivo de los creepypastas se potencia gracias a Internet. Para muchos adolescentes “raritos”, la red ofrece un refugio donde hablar de temas que en su entorno cotidiano podrían ignorar. Tal como explica la investigadora Mar Grandío, Internet se presenta a menudo como un espacio de desahogo: “se presenta como un refugio donde los menores hablan sobre esos universos de ficción en foros virtuales y clubs de fans”. Los creepypastas han formado así una subcultura online en la que estos jóvenes pueden sentirse comprendidos y acompañados. Hoy existen sitios dedicados exclusivamente a creepypastas (como Creepypasta.com, Creepypasta Wiki o subreddits especializados) donde cualquiera puede publicar relatos o comentar los de otros. Estos foros colaborativos funcionan como grandes clubes de fans del terror ficcional. Ahí los lectores comparten recomendaciones, teorías y memes relacionados con sus historias preferidas. Este sentido de comunidad es clave: el fanático ve que no está solo en su interés. Incluso hay fanart, relatos derivados y videos que circulan en YouTube, creando un ambiente grupal. Para los jóvenes que en la vida real pueden sentirse invisibles, formar parte de estos espacios significa por fin ser “de un grupo” con algo que decir. Además, el anonimato relativo de la red baja barreras. Un adolescente puede leer y publicar creepypastas sin revelar su identidad, escapando momentáneamente del juicio de sus compañeros de colegio. Al mismo tiempo, la interactividad de Internet, comentarios, likes, compartir, da retroalimentación inmediata: sus historias favoritas obtienen reconocimiento y la validación de otros.
Cuando la ficción traspasa la pantalla
Hasta acá vimos cómo los creepypastas funcionan como refugio, espejo y hasta catarsis para muchos chicos. Sin embargo, también hay que reconocer que en algunos casos extremos la fascinación por estas historias derivó en consecuencias muy negativas. Si bien la mayoría de los jóvenes consumen creepypastas solo como entretenimiento, existen situaciones en las que la línea entre ficción y realidad se desdibuja peligrosamente. A continuación, repasaré algunos de los casos más conocidos en los que este fanatismo terminó teniendo un desenlace real y trágico:
Caso Slender Man (Waukesha, 2014)

Las niñas Anissa Weier (12 años) y Morgan Geyser (12 años) llevaron a su amiga Payton Leutner al bosque de un parque en Waukesha (Wisconsin) y la apuñalaron 19 veces, dejándola gravemente herida. Leutner sobrevivió tras la agresión.
Diagnósticos psicológicos oficiales
Las autoridades concluyeron que ambas menores padecían enfermedades mentales graves. Morgan Geyser fue diagnosticada con esquizofrenia de inicio infantil (trastorno psicótico), que le provocaba alucinaciones auditivas y delirios en torno a Slender Man. Anissa Weier no mostraba esquizofrenia, pero fue considerada mentalmente enferma: los psicólogos forenses determinaron que ella y Morgan compartían un delirio, un trastorno delirante compartido, según sus testimonios en el juicio. En 2017 ambas fueron declaradas “no culpables por enfermedad mental” y remitidas a tratamiento psiquiátrico.
Contexto familiar, escolar y emocional
Detrás del ataque se encontraron varios factores de vulnerabilidad. Morgan vivía en un hogar disfuncional: más tarde declaró que su padre la había abusado sexualmente durante años. Desde niña era retraída (sus compañeros la ignoraban) y tenía a Payton como su única amiga escolar. Anissa procedía de otro entorno problemático: sufrió negligencia familiar y acusó a su madre de cometer incesto. Además mostraba problemas de aprendizaje no diagnosticados y estaba muy apegada a Morgan; los informes señalan que Anissa sentía celos de Payton y la acosaba para alejarla de Morgan. Ambas niñas se habían aislado socialmente y presentaban síntomas de depresión y ansiedades propias de la preadolescencia. Estos antecedentes de trauma familiar, baja supervisión y bullying escolar generaron una alta vulnerabilidad emocional.
Relación con el consumo de creepypastas
Las adolescentes compartían una obsesión por el personaje Slender Man y el universo de “creepypastas” en internet. Morgan y Anissa creían que Slender Man era real y que les hablaba a través de las historias y juegos en línea. Ellas mismas ingresaban a sitios de horror online (incluso dijeron tratar al Slender Man como una fuente de información de tipo “Wikipedia” paranormal). Bajo la influencia de ese contenido crearon un ritual: según sus confesiones querían “servir” a Slender Man matando a Payton para protegerse de él. En la narrativa de los peritos, el personaje mitológico actuó como chivo expiatorio que conectaba sus miedos. Sin embargo, la mayoría de los expertos sostiene que solo menores con serios trastornos mentales tienden a tomar historias ficticias como órdenes reales.
Opiniones de psicólogos/psiquiatras forenses
Varios especialistas han advertido que el caso Slender Man no evidencia un efecto directo de la “violencia en internet” sino más bien la presencia de psicopatología. Neil Farber, psicólogo de renombre, señaló que estas chicas probablemente no comprendían que Slender Man era ficticio y “parecen haber sido influenciadas por algunas de las historias” en línea. Otros forenses enfatizaron que ambas padecían delirios severos y retardo madurativo cerebral típico de su edad, lo que explica mejor el ataque que cualquier contenido multimedia.
Caso Laughing Jack (Indiana, 2015)

En julio de 2015, una niña de 12 años apuñaló hasta matar a su madrastra, María Torres, luego de provocarle un incendio en el apartamento familiar. La menor actuó tras afirmar que escuchó las voces de un payaso maligno llamado Laughing Jack que le ordenó cometer el crimen.
Diagnósticos psicológicos oficiales
La menor responsable fue diagnosticada con trastorno de identidad disociativo (TID) y con trastorno de estrés postraumático (TEPT). En documentos judiciales se dictaminó que no estaba en condiciones de ser juzgada, pues presentaba alteraciones mentales muy graves. Tres psiquiatras valoraron que la niña no era competente para el proceso y, de forma unánime, establecieron TID con varias personalidades y un TEPT asociado a sus experiencias previas.
Contexto familiar, escolar y emocional
El entorno de la menor resultó extremadamente traumático. Según la investigación judicial, J.T. vivía primero con su madre, quien había sufrido abuso y adicciones, y luego pasó a vivir con su padre Edwin y su madrastra María. Desde muy niña fue testigo de violencia recurrente: presenció peleas constantes entre sus padres, el consumo problemático de sustancias de su madre y fue abusada física y verbalmente por su medio hermano. Más tarde su padre la maltrató verbalmente (insultos y amenazas). La niña fue víctima de bullying en la escuela y terminó aislandose, con pocos amigos. Académicamente sus calificaciones eran bajas. Solía sufrír dolores de cabeza, pérdidas de conciencia y cada vez pasaba más tiempo encerrada en su cuarto. Ante sus síntomas (audición de voces, visiones), J.T. buscó ayuda: suplicó a sus padres, a un consejero escolar e incluso a un médico que la atendieran. Sin embargo, la falta de recursos y la desatención persistieron (citas canceladas por problemas de seguro médico, p.ej. en invierno de 2015).
Relación con el consumo de creepypastas
J.T. era fanática de las historias de terror en línea. Escuchaba relatos de creepypastas y creó sus propios cuentos sobre Laughing Jack. Durante meses dibujó al personaje, lo integró a su vestimenta (llegó a vestirse con blanco y negro imitando su aspecto). Incluso desarrolló conductas rituales: buscaba en internet música y videos vinculados a Laughing Jack (por ejemplo, la canción “Pop Goes the Weasel”, mencionada en algunas creepypastas) y planeó señales para su alter-ego con base en esas historias. En su diario y en conversaciones posteriores, ella misma habló de una preocupación constante por Laughing Jack, entremezclando su figura ficticia con órdenes internas y alucinaciones. Dicho contenido actuó como un guión que sus personalidades disociadas seguían (“Star” se sentía obligada a matar por Laughing Jack). No obstante, el hecho de que J.T. “tomara prestado” este personaje no implica que el creepypasta sea la causa real de su crimen. Varios expertos han recordado que el TID suele originarse en traumas muy tempranos, y que en este caso el personaje de Laughing Jack sólo acrecentó síntomas preexistentes (voces, alter egos, impulsos violentos) asociados a su trastorno.
Opiniones de psicólogos/psiquiatras forenses
Aunque en este caso no hubo testimonio público tan notorio como en el caso Slender Man, la documentación pericial refuerza que fue la patología subyacente la clave, no el creepypasta en sí. Por ejemplo, la sentencia de apelación recoge que el TID “está asociado a traumas experimentados a edad temprana”, enfatizando el origen interno del trastorno de la niña. Además, tras el crimen, evaluaciones psiquiátricas señalaron que J.T. “mostró signos de TID y TEPT” repetidamente, con frecuentes alucinaciones y paranoia. Un perito resumió que ni siquiera viendo los cuidados en el centro psiquiátrico las personalidades alternas (“Star”, “Anna”) desaparecerían, demostrando la severidad clínica. En lugar de culpar directamente a la historia de Laughing Jack, los psiquiatras implicados concluyeron que la combinación de daño psicológico grave y aislamiento de la preadolescente derivó en este acto.

Reflexión final:
Las creepypastas son mucho más que simples historias de miedo: son ventanas al mundo interior de muchos adolescentes. Personajes como Jeff the Killer o Slenderman reflejan emociones de dolor, aislamiento y deseo de poder que forman parte de la experiencia de quienes se sienten marginados.
Lejos de ser un peligro por sí mismos, los creepypastas funcionan como un espejo simbólico y como un espacio de práctica emocional. Como muestran estudios recientes (Scrivner et al., 2021; Clasen, 2020), el consumo de terror puede ser incluso beneficioso para la resiliencia y la regulación de emociones.
El desafío no está en censurar estos contenidos, sino en acompañar a los jóvenes en su consumo. Como recomienda Marschall (2020), es importante no invalidar lo que expresan al sentirse identificados con personajes oscuros, sino escucharlos y ayudarlos a darle sentido. Al hacerlo, podemos transformar lo que parece un pasatiempo macabro en una oportunidad de diálogo y crecimiento.
Al final, los monstruos de internet no son tan distintos de los miedos reales que enfrentan los chicos. La diferencia es que, si los acompañamos, esos sustos pueden convertirse en herramientas para que se conozcan mejor y aprendan a ser más fuertes.
🔥 factor sectacom..................ⲉⳑⲓⲧⲅⲇ⳽
✨ investigación hecha por ⫘⫘⫘
🧶 Referencias:
1️⃣ Grandío, M. (2011). La construcción de la identidad adolescente en internet.
2️⃣ Marschall, A. (2020, diciembre 28). Why do kids like creepy things? Resiliency Mental Health.
3️⃣ Pardo, S. (2024, 31 de octubre). Fantasía y miedo controlado: por qué adultos y niños disfrutan de Halloween, según los expertos. Infobae.
4️⃣ Tiempo, E. (2024, 6 de febrero). El miedo como método educativo: el cine de terror y su impacto en la salud mental. El Tiempo (GDA).
5️⃣ Montagud Rubio, N. (2020, 27 de marzo). ¿Qué es un creepypasta? Tipos, características y ejemplos. Psicología y Mente.
6️⃣ American Psychiatric Association. (2013). Diagnostic and statistical manual of mental disorders (5th ed.). Arlington, VA: American Psychiatric Publishing.
7️⃣ BBC News. (2017, December 21). Slender Man stabbing: Girl, 15, sentenced to 25 years. Retrieved from
8️⃣ Daily Mail Reporter. (2015, January 5). Teen girl accused of stabbing stepmother says “Laughing Jack” told her to do it. Daily Mail.
9️⃣ McCann, A. (2019, September 13). The Slender Man stabbing: How two girls tried to kill their best friend to appease a fictional character. ABC News.
🔟 Miller, L. (2018). Internet-inspired crimes: The Slender Man stabbing and beyond. Journal of Psychiatry and Law, 46(1), 7–29.
*️⃣ Psychology Today. (2014, June 6). The Slender Man stabbing: When children blur fantasy with reality. Psychology Today.
*️⃣ The Guardian. (2014, June 3). Slender Man stabbing: Wisconsin girls charged as adults in attempted murder.
📷 Judge upholds 'Slender Man' attacker's release from mental health facility
📷 Girl, 12, set her family's apartment on fire and stabbed her stepmother to death because creepy fictional clown character 'Laughing Jack told her to do it'
📷 Images for Creepypasta