
¿Qué es lo primero que se nos viene a la mente cuando pensamos en la palabra “bruja”. Cierto tipo de persona que daña a otras a través de habilidades sobrenaturales.
La idea de lo que es una bruja fue mutando a través del tiempo. A medida que la sociedad fue avanzando, esta palabra, este adjetivo fue evolucionando, pasando de una figura temida y ambigua, al presente, donde es la representación del empoderamiento femenino.
Edad antigua
En esta etapa de la historia de la humanidad, la figura de la bruja o hechicera aparece registrada en fuentes escritas de gran influencia cultural: por un lado, la Biblia, por otro, la literatura griega.
En la Biblia, la figura más conocida es la bruja de Endor, cuya historia se narra en 1 Samuel 28: una médium consultada por el rey Saúl. Allí, la práctica de la magia y la necromancia aparece condenada como una abominación contra Dios. El Antiguo Testamento establece la pena de muerte para las hechiceras, y el Nuevo Testamento la incluye entre las obras de la carne que impiden heredar la vida eterna. La brujería, en este caso, se describe como idolatría y como una manera ilegítima de acceder al poder o al conocimiento. En la tradición griega, en cambio, la hechicera aparece de forma más ambigua. Un ejemplo célebre es la figura de Circe en La Odisea, quien combina el peligro con la seducción, transformando a los hombres en animales pero también ayudando a Odiseo en su viaje. Aquí, la magia no se condena como en la tradición bíblica, sino que se la representa como un poder extraordinario, fascinante y temible al mismo tiempo.
Edad media
Con la Edad Media y el avance del cristianismo en Europa, la imagen de la bruja cambió drásticamente hacia lo demoníaco. A finales de la época medieval empezó a configurarse la idea de la bruja como seguidora del Diablo: enemiga de Dios y del orden social cristiano. Hasta entonces, la Iglesia había solído ver la brujería como mera superstición. Pero hacia el siglo XV hubo un giro: el papa Inocencio VIII y los inquisidores emitieron la bula Summis desiderantes en 1484, que reconoció oficialmente la existencia de la brujería demoníaca. En ese ambiente surgió el famoso Malleus Maleficarum (1486), o “Martillo de brujas”, escrito por inquisidores dominicos. Este tratado afirmaba que la mayoría de los hechiceros eran mujeres, “porque la superstición se encontraba ante todo en las mujeres, y la mayor cantidad de los brujos eran del sexo frágil porque las mujeres eran más crédulas, más propensas a la malignidad y embusteras por naturaleza”. En suma, la iglesia medieval y los jueces laicos difundieron la idea de una conspiración satánica detrás de la brujería, culpando a las brujas de todos los males sociales, catástrofes y enfermedades.
Así nació el estereotipo clásico de la bruja medieval: una mujer vieja, fea o misteriosa, que vuela en escoba acompañada de un gato negro y asiste a aquelarres nocturnos con el Diablo. En estos aquelarres (o sabbats) se creía que las brujas practicaban magia negra, sacrificaban niños y celebraban ritos satánicos. Esta imagen se fue arraigando poco a poco: en documentos e ilustraciones medievales vemos a las brujas siendo acusadas de maleficios y de adorar a Satanás. Socialmente, cualquier mujer que desafía el orden patriarcal podía ser tachada de bruja. Como señala María Herrero, “las inquisidores creían que las mujeres que quedaban fuera del control masculino, al margen de su tutela familiar, perturbaban el orden social establecido”. De hecho, solían acusarse de brujería a solteras, viudas, ancianas, extranjeras, curanderas o comadronas: la mayoría pertenecía a clases populares. Por ejemplo, muchas de las acusadas eran parteras o curanderas que practicaban remedios basados en hierbas tradicionales; el conocimiento de estas «mujeres sabias» se mezclaba con superstición, por lo que eran señaladas como brujas
Edad Moderna
Durante el Renacimiento y la Edad Moderna (siglos XV al XVIII) la caza de brujas se intensificó en toda Europa. El surgimiento de inquisidores especializados hizo que la idea de una conspiración demoníaca contra la Cristiandad se difundiera con gran fuerza. El historiador Michel Porret señala que “desde el final de la Edad Media, los demonólogos teorizan esta figura de la bruja, enemiga del género humano, encarnación del pecado original”. En los siglos XVI y XVII se vivieron las mayores persecuciones: se estiman entre 50.000 y 100.000 víctimas, ejecutadas por tribunales de la Inquisición o por cortes seculares, de las cuales alrededor del 80% eran mujeres. Esto incluye procesos famosos como las persecuciones masivas en Alemania, Suiza, Francia e incluso en las colonias americanas (los juicios de Salem en 1692, por ejemplo, aunque al final se arrepintieron de estas condenas). Por entonces, la brujería se consideraba un crimen grave como lo era la herejía o el asesinato: se culpaba a las brujas de causarse tempestades, fracasos de cosechas, enfermedades y todo tipo de calamidad. Las autoridades aplicaban terribles torturas e incluso pruebas abusivas (como sumergir a la acusada en agua con peso para ver si flotaba) para demostrar su culpabilidad. La imagen demoníaca de la bruja ya no era un mito lejano, sino una amenaza real contra la sociedad cristiana.
Sin embargo, hacia el final del siglo XVII la mentalidad empezó a cambiar. Intelectuales y clérigos ilustrados comenzaron a rechazar estas persecuciones. En 1650 el pastor alemán Anton Praetorius publicó un tratado defendiendo a las mujeres acusadas y criticando la tortura. En 1693 el propio tribunal de Massachusetts (encargado de los juicios de Salem) emitió una disculpa pública por las condenas injustas.
El Siglo de las Luces impulsó un rechazo general de la brujería como crimen real: se aplicó la razón y la ciencia para explicar los fenómenos antes atribuidos a maleficios. Así, muchas de las leyes contra la brujería fueron abolidas: por ejemplo, en Inglaterra la brujería dejó de ser delito en 1736. En Francia, tras 1680 (caso de los Venenos), Luis XIV prefirió desterrar a los acusados antes que quemarlos. Finalmente, en 1782 se registró la última ejecución por brujería en Europa (el caso de Anna Göldi, en Suiza). Con la llegada del siglo XVIII y XIX, la creencia en las brujas comenzó a verse como superstición pasada de moda.
Siglo XX y actualidad
Hoy en día la imagen de la bruja ha regresado de la oscuridad de las hogueras a la cultura popular. La sociedad posmoderna suele tratarlas con humor o admiración, no con miedo. Por ejemplo, varias series de TV y cómics convierten a las brujas en protagonistas simpáticas o heroínas. Algunos ejemplos: Samantha Stephens (Bewitched/Hechizada): serie estadounidense de 1964–1972. Samantha es una bruja casada con un hombre mortal; la trama gira en las situaciones cómicas que surgen cuando ella intenta llevar una vida normal de ama de casa mientras usa sus poderes mágicos.
Sabrina Spellman (Sabrina, la bruja adolescente): serie y cómic posteriores (el programa de TV salió en 1996–2003). Sabrina es una adolescente que, en su decimosexto cumpleaños, descubre que tiene poderes mágicos. Vive con sus dos tías brujas centenarias y con su gato parlante Salem, y a partir de entonces aprende a combinar su vida escolar con sus hechizo.

Bruja Escarlata (Wanda Maximoff): personaje de Marvel Comics (creado en 1964). Wanda Maximoff, también llamada la Bruja Escarlata, es una poderosa hechicera capaz de alterar la realidad con sus energías mágicas. En el Universo Cinematográfico de Marvel, la interpreta Elizabeth Olsen en películas y en su serie WandaVision, donde se muestra su historia y su enorme poder sobrenatural. Hoy en día es un icono pop que muestra otra faceta de la figura de la bruja: heroica y compleja. Wicca y neopaganismo actual: más allá de la ficción, existen grupos reales que han reinterpretado la brujería de forma positiva. La Wicca es una religión neopagana surgida en el siglo XX que reivindica las prácticas de “antiguas brujas” como un culto a la diosa y la naturaleza. Los wiccanos actuales se consideran herederos de tradiciones precristianas, y por eso presentan a las brujas de su tradición como poseedoras de sabiduría ancestral, no como demonios. En sus rituales, lo que para un inquisidor medieval sería “magia oscura” ahora es ceremonia espiritual (velas, hierbas, cantos).
Reflexión final
La figura de la bruja hoy refleja más los valores contemporáneos que el miedo medieval. Mientras que las brujas del pasado inspiraban horror e inquietud, en la actualidad suelen verse como símbolos de empoderamiento o fantasía. La transformación de la imagen de la bruja va de la acusación injusta y la persecución a la reinterpretación cultural y espiritual. A lo largo de la historia, la percepción social de la bruja cambió con los cambios de la sociedad misma: de objeto de persecución religiosa y social a protagonista de historias modernas y partícipe voluntaria de movimientos espirituales. Esta evolución histórica muestra cómo los mitos y miedos de cada época influyeron en quién o qué llamamos “bruja”, desde los relatos bíblicos y grecorromanos hasta las series de televisión contemporáneas.
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🧶 Referencias:
1️⃣ Britannica, T. Editors of Encyclopaedia. (s.f.). Witchcraft. En Encyclopaedia Britannica.
2️⃣ Enciclopedia Católica. (1912). Witchcraft. En The Catholic Encyclopedia (Vol. 15). New York: Robert Appleton Company.
3️⃣ Homero. (s.f.). Odyssey. Trad. inglés consultada en Wikipedia. Artículo: “Circe.”
4️⃣ National Geographic. (2021, 31 de octubre). Brujas: su historia en el tiempo. National Geographic España.
5️⃣ Porret, M. (2022). La caza de brujas en Europa (siglos XV–XVIII). Encyclopædia Universalis.
6️⃣ Summers, M. (1928). The Malleus Maleficarum of Heinrich Kramer and James Sprenger. Londres: John Rodker. Texto digitalizado en Internet Archive: https://archive.org/details/malleusmaleficarum1928
7️⃣ Wikipedia. (2025). Bruja de Endor.
8️⃣ Wikipedia. (2025). Brujería en la Edad Moderna.
9️⃣ Wikipedia. (2025). Bruja Escarlata (Wanda Maximoff).
🔟 Wikipedia. (2025). Sabrina, la bruja adolescente.
*️⃣ Wikipedia. (2025). Hechizada (serie de televisión).
📷 ¿De dónde vienen las brujas?
📷 Una de las primeras representaciones del sabbat. Miniatura del siglo XV